Una nueva película sobre el Beatle y Yoko Ono se basa en 25 horas de conversaciones privadas, entregadas por su hijo, Sean.
Por: Ed Potton
Durante los 18 meses que transcurrieron entre su partida del Reino Unido a Nueva York en 1971 y su fatídica mudanza al edificio Dakota en el Upper West Side en 1973, John Lennon y Yoko Ono vivieron en un pequeño apartamento en el número 105 de Bank Street, en Greenwich Village. Fue allí, acostado con su esposa en una cama hecha con un banco de iglesia, donde Lennon, con tan solo 31 años, aceptó que ya no era un Beatle. "No puedo creer que esté hablando con un mito", le dijo al cantante una persona que llamó a una radio neoyorquina en aquel momento. "¿Mundo Mítico o Universo Mítico?", replicó Lennon. "Me he estado preguntando cómo son exactamente los Beatles como personas", dijo otro oyente. "Bueno, los Beatles ya no existen", dijo Lennon. "No quiero recrear el pasado. Ahora quiero ser yo mismo"
Momentos como esos llenan 'One to One: John & Yoko', el nuevo
documental de Kevin Macdonald, una película íntima, conmovedora y
artísticamente fresca sobre un tema aparentemente descuidado. "¿Hay
espacio para otra película de los Beatles?", se preguntó Macdonald
cuando lo invitaron a realizar un documental sobre la pareja. Le habían
ofrecido acceso a imágenes restauradas del concierto One to One de
Lennon en el Madison Square Garden en 1972, su último show completo. Sin
embargo, el director escocés, que redefinió las posibilidades
dramáticas del documental en 1999 con la oscarizada 'One Day in
September', su fascinante relato de la masacre en los Juegos Olímpicos
de Múnich de 1972, no es de los que se conforman con hacer una película
de conciertos convencionales. Ni siquiera una con Lennon, Stevie Wonder y
Roberta Flack.
“La única manera era hacer algo diferente”, dice
Macdonald. “No se puede tener a los mismos hombres blancos de siempre
recordando la vez que conocieron a John en Greenwich Village”. Encontró
una solución brillante. El período representado en la película, según
nos dicen los intertítulos, fue uno en el que Lennon y Ono “se
relacionaban con artistas y radicales políticos... y veían mucha
televisión”. Ese nuevo círculo incluía al poeta Allen Ginsberg y al
activista Jerry Rubin, pero fue la televisión la que le dio a Macdonald
su inspiración, permitiéndole construir su película como un collage
caleidoscópico de lo que la pareja podría haber visto en la tele. El
ascenso y la caída de Richard Nixon, las protestas contra la guerra de
Vietnam, los niños con discapacidad mental abandonados en la escuela
estatal Willowbrook de Nueva York y los anuncios de salsa para pasta se
intercalan con momentos del concierto y entrevistas telefónicas
inéditas.
Preocupado por la intervención de las autoridades
estadounidenses en su teléfono —y así fue—, Lennon grabó sus
conversaciones telefónicas, 25 horas de las cuales fueron entregadas a
Macdonald por sus herederos. "Me siento como un estudiante de nuevo",
dice Lennon en una de las conversaciones, y vivir en el apartamento
debió de sentirse así comparado con Tittenhurst Park, su mansión en
Berkshire. Algunas conversaciones tienen un surrealismo cómico, como la
épica búsqueda de los asistentes de Ono para obtener cientos de moscas
vivas para una de sus obras de arte. En otras partes, la falta de
grandiosidad es sorprendente. Lennon se comunica con la recepcionista de
alguien y le pregunta: "¿Le dirá que llamó John Lennon?". Ella
responde: "¿Puede deletrearlo?"
Para Macdonald fue una gran
emoción presentar el concierto One to One en todo su esplendor, con el
sonido remasterizado por Sean Lennon, hijo de John y Yoko. La acogida
inicial fue "muy mala", según el director. "Fue un gran shock para
Lennon y por eso no lo repitió. Phil Spector estaba a cargo del sonido
del auditorio y del sonido de la grabación, y los arruinó por completo"
Macdonald
le presentó la película a Sean, quien había asumido el control del
patrimonio familiar de su madre, de 92 años. "Sean dijo: 'Parece algo
que le gustaría a mi madre: una obra de arte'". Los documentales
alusivos de Adam Curtis fueron un referente.
Macdonald, de 57
años, proviene de una familia cinematográfica: su abuelo fue Emeric
Pressburger, quien, junto a Michael Powell, dirigió clásicos como 'The
Red Shoes' y 'A Matter of Life and Death' , y su hermano es Andrew
Macdonald, productor de 'Trainspotting' y '28 Days Later'. Hablamos en
la oficina de Macdonald en 3 Mills Studios, al este de Londres, donde se
encuentra en preproducción de su próxima película, 'The Runner' ,
protagonizada por Gal Gadot.
"No se parece a nada que haya hecho
antes", dice. "Un thriller comercial, un poco como 'Speed': una mujer
tiene que correr por Londres sin parar o alguien matará a su hijo".
Macdonald, formado en Oxford, es uno de los pocos directores que ha
logrado combinar el documental y el drama con éxito. Se dio a conocer en
documentales con 'One Day in September' y 'Touching the Void' (2003),
ganadora de un premio BAFTA y su extraordinario relato de un desastre de
montañismo, antes de dar el salto a la ficción con 'The Last King of
Scotland' (2006), por la que Forest Whitaker ganó un Óscar por su
interpretación de Idi Amin.
Mientras rodaba la película de Lennon
y Ono, a Macdonald le impresionaron los paralelismos entre principios
de los setenta y la actualidad. "Un intento de asesinato contra un
político populista [el candidato presidencial George Wallace], la
primera candidata presidencial negra [Shirley Chisholm], Gaza, la
primera era del ambientalismo. Fue como: 'Dios mío, estamos viviendo una
especie de sombra de esa época'"
Macdonald tiene experiencia con
íconos musicales, habiendo realizado documentales sobre Bob Marley,
Whitney Houston y Mick Jagger, este último le fue arrebatado por Jagger y
reeditado. Macdonald tuvo que verlo en una retrospectiva de su obra en
Brasil. "Fue terriblemente vergonzoso. En todos los documentales desde
entonces he tenido el control del montaje, incluido este"
Sean
Lennon se mostró más receptivo. "Es increíblemente consciente de la
importancia del trabajo de sus padres, pero no creo que realmente
disfrute siendo el guardián de su legado", dice Macdonald. Sin embargo,
esta película fue fácil de vender. "No habla de amoríos ni drogas; los
presenta a ellos en sus propias palabras, así que no hay por qué
molestarse. Sean dijo que se la había enseñado a Yoko y que le había
gustado"
Ayudó que la película abordara los acontecimientos desde
su perspectiva, además de la de Lennon. "Se centra en lo difícil que
fue estar casada con él", dice Macdonald. "Ella intenta decir algo y él a
menudo la interrumpe". "Yoko, baja las piernas de la cama", le
recomienda Lennon durante una entrevista televisiva en su apartamento.
Las
reflexiones de Ono de esa época son conmovedoras. "Me consideraban una
zorra; desde que conocí a John, me convirtieron en una bruja", le cuenta
a un entrevistador. "Algunos de los amigos más cercanos de John me
dijeron que debía mantenerme en un segundo plano. Toda la sociedad
deseaba mi muerte. Empecé a tartamudear. Me consideraba una mujer
elocuente, también atractiva. Y de repente, por estar asociada con John,
me consideraron una mujer fea... porque les quité su monumento"
Aún
más conmovedora es la historia, poco conocida, de Kyoko, la hija de
Ono, de su anterior matrimonio con Anthony Cox, un productor de cine y
promotor artístico estadounidense. Tras el matrimonio de Ono con Lennon,
Cox desapareció con Kyoko, que entonces tenía ocho años, cambiándole el
nombre a Ruth Holman y criándola en una secta cristiana estadounidense
llamada Living Word Fellowship. Ono no la vio durante 27 años. "No
soportaba ver niños", dice en la película. Se reunieron en 1998.
“El
tema de la película son los niños y la infancia”, dice Macdonald. “John
habla de su propia infancia difícil y de cómo lo dejaron con un
resentimiento, y luego está Yoko”. De ahí que la difícil situación de
los miles de niños de Willowbrook, muchos de ellos con hepatitis y
cubiertos de sus propias heces, haya tocado tan profundamente a la
pareja, que donó las ganancias del concierto One to One para ayudarlos.
“Estos
niños son casi un símbolo de todo el dolor del mundo”, dice Lennon en
la película. Aún quedaba más dolor por venir, pero Macdonald termina con
una nota dulce, mostrando imágenes de una fiesta para los niños de
Willowbrook y el nacimiento en 1975 de un bebé llamado Sean.
[Traducido y editado por Carlos E. Larriega para Mundo Beatle]
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